El despetador suena. Un día más. Te levantas pensando en lo que hay que hacer para este día, esperando desesperadamente que acabe pronto. Te alistas para los demás: usas esa camisa que te hace ver bien, esos zapatos que tanto le agradan a los demás. Sales temprano, porque así debe ser, porque ser puntual es algo que todos van a apreciar de ti. La rutina. Las sonrisas forzadas. Te encuentras asintiendo-dando sonrisas amables- aún cuando no entiendes de que te hablan (¿por qué?). Cuando disfrutas desperdicias tu tiempo, cuando eres feliz te sientes culpable. Tanto que hacer. ¿Cómo encuentro tiempo?. ¿Nunca te has preguntado por qué nos hacemos esto?. No pienses, te ruegan; porque así son las cosas, te repiten; siguemos, quizas así algún día podrás ser alguien. ¿Alguien? Uno más. ¿Uno de los titiriteros? ¿Es eso ser alguien?.
No.
¡Mira más allá! No somos alguien: somos YO, cada uno de nosotros somos el YO, no eres ese individuo insignificante sin razón de ser que ELLOS quieren que creas que eres. Cada día marcas muchas otras vida. Deja de quejarte, deja de sufrir, algún día la muerte te arrastrará y te darás cuenta que no hiciste nada, no fuiste YO, pero fuiste alguien (¡¡¡¡Vive. Grita. Ama. Corre. Salta. Abraza. Besa. Ríe!!!!) Yo, mi propia escencia. Yo, a mi propio ritmo. Yo en mi hoy.